Apenas un 25% de quien estudia alguna ingeniería son mujeres, mientras en otro tipo de titulaciones universitarias representan una mayoría muy destacada, de predominio total. Se trata de un fenómeno ya histórico que parece tener una corrección bastante lenta, de esas que se logran a golpe de salto generacional. No obstante, y aunque puede que el punto de partida no fuese muy alentador, sería también injusto no reconocer los grandes avances en las últimas décadas.
Lo atestigua María Luisa Menéndez Miramontes, la primera Ingeniera de Caminos, Canales y Puertos colegiada en Galicia. La presencia de mujeres “era ciertamente muy escasa cuando yo hice la carrera, fui la única de la promoción, pero ahora ya somos el 25% del total de colegiados gallegos”, comenta.
Carla Chawla Fidalgo, Ingeniera Naval y Oceánica, representa la siguiente generación. Confirma que históricamente la presencia de la mujer en la ingeniería y en el conjunto de carreras técnicas “ha sido minoritaria en comparación con la del hombre, incluso en la actualidad, aunque la tendencia haya sido creciente”. Sin embargo, rechaza que hoy pueda seguir utilizándose el calificativo de “escasa” porque “en todo el sector industrial, en puestos tanto puramente técnicos como de gestión, la presencia de las mujeres aumenta cada año”.
La Ingeniera Industrial Raquel Maquieira Diz, directora de la delegación en Galicia de International Team Consulting, considera en cambio que sí es apropiado hablar de presencia escasa: “creo que todavía queda mucho por hacer y no se fomenta que la mujer acceda a este tipo de profesiones, de forma que continúa siendo una actividad eminentemente masculina”.
Para Edita de Lorenzo, vicedecana del Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación de Galicia y vicepresidenta de la Asociación de Ingenieros de Telecomunicación de Galicia desde 2017, se trata de un «hecho histórico debido a muchos condicionantes sociales y culturales que debería ser revertido lo más pronto posible para la mejora de este ámbito, tan importante y decisivo en el desarrollo de un país”. Tal como comenta, no hay otra alternativa que “aprovechar la diversidad, la riqueza que suponen las diferencias”, algo que “redundará en el bien de las tecnologías, de la ingeniería y, por lo tanto, de la sociedad”.
Acabar con las reticencias
¿Pero se mantiene algún tipo de reticencia femenina a estudiar una ingeniería? María Luisa Menéndez, que de 1989 a 2004 fue integrante de la Junta Rectora del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos (CICCP) de Galicia, lo desmiente: “aunque ahora ha disminuido el porcentaje, en la Escuela de La Coruña ha llegado a estar igualado el número de hombres y mujeres”. Según precisa, lo que sucede es que “la elección de nuestra carrera tiene una relación directa con los periodos expansivos de la inversión en obra pública y en este momento es obvio que no estamos en un ciclo inversor en el sector”.
Maquieira, desde 2014 hasta finales de 2017 delegada del Ilustre Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Galicia y ahora vocal de la Asociación de Ingenieros Industriales de Galicia, señala que no se incentiva lo suficiente que las chicas se decanten por ingenierías. “Debería fomentarse desde el colegio, ya en las primeras etapas educativas, sin esperar justo a los cursos previos a la universidad, para que las niñas sepan qué es la ingeniería, que están plenamente capacitadas para desarrollar esta profesión y que pueden encontrar un campo muy abeirto, muy polivalente, que te permite dedicarte a muchísimas actividades”.
Carla Chawla, que ha desarrollado gran parte de su actividad liderando proyectos punteros a nivel internacional en Navantia y cuenta con el Premio AINE 2015 a la mejor trayectoria profesional de menores de 35 años, salienta que la propia tendencia creciente de mujeres en el sector de la ingeniería es un factor que contribuye “a eliminar esas reticencias antiguas que las aspirantes a estudios universitarios podían tener”.
Edita de Lorenzo, que es Comisionada de Vigo Tecnolóxico en la Universidade de Vigo y profesora del Departamento de Teoría de la Señal y Comunicaciones en la misma institución desde 1998, ofrece su receta contra esas reticencias. “Hace falta conocimiento de la ingeniería, desmitificación, acercamiento; hace falta cambiar ciertos estereotipos fruto de la ignorancia y de situaciones culturales previas”. En este sentido, la que fue también directora de la Escuela de Ingeniería de Telecomunicación de Vigo entre 2009 y 2015 apunta a la “importante labor” de asociaciones y colegios profesionales “en la divulgación, en la apertura a una sociedad nueva y llena de necesidades nuevas”.
Menéndez Miramontes explica que “esta es una profesión maravillosa, los Ingenieros de Caminos españoles somos los mejores Ingenieros Civiles del mundo, estamos muy bien preparados y somos capaces de reinventarnos y adaptarnos a las circunstancias”. Y eso es algo que, obviamente, saben valorar tanto mujeres como hombres.
Chawla expone que la validez técnica o de puestos de gestión, organización industrial o de índole comercial no distingue entre géneros hoy en día. “Se han dado grandes pasos en la búsqueda de la igualdad en el sector -manifiesta-, yo mismamente soy un ejemplo de que la mujer está tan considerada como el hombre en muchas empresas de nuestro país, habiendo liderado retos tales como haber sido ingeniera de garantía en una fragata para una Marina europea o haber liderado como jefa de construcción la transformación de un buque para la Marina argelina, puestos que hace años únicamente serían conducidos por hombres”.
La conclusión es innegable: “nuestra sociedad está cambiando, y aunque obviamente quedan cosas por hacer, las reticencias a estudiar una ingeniería y desarrollar una exitosa carrera profesional para una mujer en este ámbito han de quedar completamente en el olvido”, afirma Chawla.
Del “señorita, jamás aprobará” a la valoración plena
En el olvido no han quedado, ni deben hacerlo, las discriminaciones vividas a lo largo de los años. Menéndez Miramontes cuenta lo que le sucedió nada más sentarse en el aula de su facultad. Eran tiempos grises, sino negros. En su mente aún resuenan las palabras que le dirigió un catedrático: “señorita, para mí es incompatible el concepto de mujer con el de Ingeniero de Caminos, por lo que jamás aprobará esta asignatura”.
La primera colegiada de Galicia, Medalla al Mérito del CICCP en 2015, confiesa que se contuvo para no replicar con una barbaridad similar. “Milagrosamente, le contesté, muy tranquila: ‘ya veremos’, y ya vimos”, comenta. Durante la carrera aún se encontró con más escenas así y luego “al empezar el ejercicio profesional en obra los contratistas eran un poco reticentes, pero pronto lo fueron asimilando”.
Carla Chawla ya no ha vivido capítulos tan grotescos. Asegura que ha tenido “la gran suerte de desarrollar mi carrera profesional en una empresa en la que no se dan situaciones de discriminación” y en la que la dirección “valora la valía de la persona y no su género”. Con todo, matiza que su día a día es el de un trabajo que hasta su generación estaba dominado por hombres y en el que trata con Marinas y empresas de todo el mundo. Así que “mentiría si digo que no me he visto en alguna situación machista, pero de las que por supuesto he salido airosa sin arrugarme lo más mínimo”.
Edita de Lorenzo no se encontró con hechos que se puedan catalogar como discriminación, pero “es fácil ver situaciones de diferencia, de trato distinto por razón de género en muchas situaciones cotidianas, incluido también el ámbito profesional”, relata.
Tampoco Raquel Maquieira padeció ninguna discriminación, más allá de alguna “reticencia” por parte de algún profesor, en una promoción académica en la que era la única mujer. Y ya en la actividad profesional “la verdad es que siempre encontré muy buen trato y nunca me sucedió que contratasen un hombre y no me contratasen a mí por ser mujer”.
El combate del machismo requiere una fuerte dosis de optimismo e incluso de desprecio, de no arrugarse. Chawla, vocal desde 2009 en el Colegio de Ingenieros Navales y Oceánicos de Galicia, se queda con lo positivo de la evolución social. “Siempre quedan personas reticentes al cambio -describe-, a las que les cuesta que su trabajo sea revisado por una mujer o que no creen que tengan sus mismas capacidades en un puesto determinado, pero el que es inteligente quiere rodearse de los mejores indistintamente del sexo, el resto son unos mediocres y esas personas son las que menos han de preocuparnos”, valora.
El mercado laboral y el futuro
¿Lo ve así el mercado laboral o se da un dualismo con perfiles de puestos diferentes para ingenieros y para ingenieras? María Luisa Menéndez “quiere creer” que no. Aunque reconoce que su perspectiva es la de quien se ha dedicado al ejercicio libre de la profesión, en su propia empresa, considera que “lo que se requiere es preparación, responsabilidad, eficacia, ilusión y aceptación del destino geográfico”.
Para la Ingeniera Industrial Raquel Maquieira no se valora el género, sino que el mercado laboral en su ámbito «se basa en la especialización que tengas porque es una carrera multidisciplinar en la que valoran la trayectoria y la experiencia que reúnas en el puesto que se trate de cubrir”, afirma.
Tampoco Carla Chawla considera que exista un vicio de tal calibre en el mercado laboral. Percibe que lo que se valora es la capacitación y que “aunque quedan pasos por dar, el avance de la mujer es patente”. “En la generación de mis abuelos -añade- era impensable que una mujer tuviese un puesto por encima de un hombre, y en la actualidad cada día hay más mujeres que presiden o dirigen una compañía o que forman parte de un comité de dirección de empresas en el que tiene por debajo en la cadena de mando a muchos hombres”.
Desde el ámbito de la Ingeniería de Telecomunicaciones, Edita de Lorenzo sintetiza que “el mercado laboral precisa personas inteligentes que aporten riqueza, variedad, diversidad de opinión y que pueda dar soluciones a los retos que nacen cada día”. Todo ello partiendo de la premisa de que “la sociedad múltiple es más rica y crece mejor, y lo mismo se puede decir, se debe decir de la ingeniería”.
¿Hacia dónde vamos? Para María Luisa Menéndez la evolución es “sin duda positiva”. Carla Chawla concluye que “estamos más cerca” de que a la hora de valorar un perfil profesional no exista ningún tamiz de género. “Alcanzar la igualdad no ha sido ni es un camino fácil y, aunque todavía no hemos llegado al final, está próximo” porque se ha abierto paso la capacitación profesional por encima de cualquier cuestión de género.
Mientras, Edita de Lorenzo es más cauta: “estamos en una situación de cambio social, pero que modifica muy lentamente los prejuicios y las visiones de la juventud, que sigue escogiendo profesión de un modo muy condicionado por estereotipos y con una gran desinformación”, manifiesta. Y advierte: “los números hablan de evolución muy lenta en algunos indicadores, pero también de estancamiento y hasta de retrocesos en conductas y comportamientos”.